Solo
-¿Qué
carajo hice? No puedo ser tan hijo de puta…-
Miraba al
tipo con la cabeza destrozada por el balazo y no lo podía creer. Los ojos
secos, perdidos. Y yo ahí, mirándome.
Si, el
muerto era yo. Había decidido que yo era lo más importante que había en mi
existencia, y estaba cansado de pelear por mí contra todo lo que se me
enfrentaba cada día. Familia; trabajo; estudio; salud; hipoteca; religión;
traiciones; decepciones; impotencia. Y mil millones más de conceptos que ahora
me resultan estúpidos. Pero ya es tarde.
El
escritorio está inundado de mi sangre. Los peritos hacen su laburo, mientras
escucho que se cagan de risa por lo bajo sin darme demasiada importancia. Uno
le reclama eso a la chica que está sacando fotos, y ella contesta algo
irrefutable:”Si a él no le importaba él, ¿Por qué debería yo darle
importancia?”. La miro con cierta resignación. Bueno, ¿quién puede estar más
resignado que un muerto?
Siguen con
su laburo, siguen hablando y riendo pero yo no los escucho, distraído
contemplándome. Y ahí caigo que seguramente las personas a las que suponía
aliviar, deben ahora cargar con algo que no tiene solución. Mi cadáver. Mi
suicidio. Mi abandono. Y siento cierta angustia que había perdido, oculta por
la insensibilidad de los últimos años. Y quiero llorar, pero no puedo.
Y me
horroricé, eso sí que estaba dentro de mis actuales posibilidades. Esa
sensación era algo que en vida jamás tendría, pero que ahora era mi máximo
temor. ¿Qué soy? ¿Un fantasma? ¿Un alma en pena? ¿Estoy en el Limbo? ¿Alguien vendrá
por mí? ¿Esto es parte del castigo Divino por haber tomado la decisión de
terminar con mi vida? ¿O es parte del divertimento del Mal, disfrutando de otra
alma ganada? ¿O no hay Dios, no hay Mal y no hay nada más que La Nada después
de vivir? ¿Será esto La Nada, la Eternidad?
Todo esto
pasaba mientras retiraban el cuerpo que había alojado la cosa que soy yo ahora,
solo una consciencia espectral, sin posibilidad de ser visto, sin posibilidad
de verme. De terminar lo que dejé inconcluso. De dar las explicaciones del caso
a la gente que me importa. De empezar de nuevo.
¿Qué resta
ahora? ¿Sentarme y esperar qué? Benditos los que enfrentan sus demonios.
Benditos los que tienen los huevos para vivir. Benditos los que hicieron que
hoy recuerde mi vida con algún destello de felicidad, ahora que ya no estoy
allí. Maldigo la hora en la que tomé esa pistola, maldigo la hora en la que me
bajé ese whisky para tomar coraje. Maldigo los gramos que me tomé. Maldigo
jalar el gatillo. Maldigo a todos y a nadie.
En vano
maldigo y bendigo, solo y despojado del Bien y el Mal. Esperando que uno de los
dos, cualquiera, exista para que venga por mí. Porque ahora sí, estoy dispuesto
a enfrentar lo que me toque.
Pero no solo.
"...no puedo llorar
y me voy yendo
no puedo llorar, no ves
que no se adonde mirar
que no podré respirar
que no hay lugar
y me voy yendo
no puedo llorar, no ves
que no se adonde mirar
que no podré respirar
que no hay lugar
donde llorar
si lo supiera
sería el primero en ir
a conocer la razón
a desterrar el dolor
a respirar"
si lo supiera
sería el primero en ir
a conocer la razón
a desterrar el dolor
a respirar"
No puedo llorar, Jaime Roos
...sólo porque quiso está solo, sólo porque le tocó estar solo, sólo porque se buscó estar solo ó sólo porque su destino era estar solo...sin bien ni mal, sólo esta solo...Sabrina
ResponderEliminarY ahora espera compañía, no importa de quién.Pero puede que sea tarde.Gracias Sabri!
ResponderEliminarLa razón nos llega cuando ya no nos sirve d nada!
ResponderEliminarUn placer leerte, como siempre.
Gracias Anónimo!!!JA!!!No, en serio, gracias por pasar y comentar.
ResponderEliminar